En los últimos cinco años, Canadá ha experimentado cambios significativos en sus políticas migratorias, marcando un giro respecto a su tradicional enfoque de apertura hacia la inmigración. Este ajuste responde a diversas presiones internas, incluyendo desafíos económicos, crisis de vivienda y tensiones políticas.
En 2024, el gobierno canadiense, anunció una “hoja de ruta” migratoria con el objetivo de reducir el número de residentes permanentes y temporales. Esta decisión busca abordar el rápido crecimiento poblacional que, según las autoridades, ha ejercido presión sobre infraestructuras críticas como la vivienda y el sistema sanitario. El plan contempla disminuir el número de residentes permanentes de 500,000 a 395,000 en 2025, con reducciones adicionales previstas para 2026 y 2027
Además, por primera vez en su historia, Canadá decidió limitar la emisión de visados para estudiantes internacionales y trabajadores extranjeros temporales. El ministro de Inmigración Marc Miller señaló que esta medida es necesaria para garantizar un crecimiento sostenible y mitigar los efectos negativos en el mercado inmobiliario y otros sectores. En 2022, el país acogió a más de 800,000 estudiantes extranjeros, una cifra que se busca reducir en los próximos años.
Estas decisiones han generado críticas y debates en la sociedad canadiense. La oposición política ha cuestionado la eficacia del gobierno en la gestión de la inmigración y sus impactos económicos. Por su parte, organizaciones empresariales han expresado preocupación por la posible escasez de mano de obra y el efecto negativo en la inversión extranjera
En el ámbito internacional, la renuncia de Justin Trudeau en enero de 2025 ha añadido incertidumbre sobre el futuro de las políticas migratorias canadienses. La posible llegada al poder de líderes con posturas más nacionalistas podría influir en la dirección de estas políticas, afectando no solo a los inmigrantes potenciales, sino también a las relaciones comerciales y diplomáticas de Canadá.
En resumen, Canadá está atravesando una etapa de reevaluación de sus políticas migratorias, buscando equilibrar la necesidad de crecimiento económico y demográfico con la sostenibilidad de sus infraestructuras y el bienestar de sus ciudadanos. Estos cambios reflejan una tendencia más amplia en las democracias occidentales, donde las presiones internas están llevando a una reconsideración de las políticas de apertura migratoria.
Fuentes:
https://elpais.com/internacional/2024-09-08/el-populismo-xenofobo-marca-el-paso-en-occidente.html